domingo, 13 de diciembre de 2009

Valencia 2 - Real Madrid 3


El Real Madrid eligió el escenario más hostil, el territorio más inhóspito para mostrar su mejor versión del curso. Fue un equipo de verdad, ordenado, que supo esconder las carencias que aún tiene y explotar sus virtudes. Y lo hizo sin Cristiano Ronaldo y sin Kaká, de los que lejos del Bernabéu preocupan más lo que costaron que sus cualidades. Asumió Higuaín responsabilidades que habitualmente corresponden a otros, como viene haciendo desde que llegó desde Buenos Aires, y firmó dos nuevos goles. Estuvo también a la altura de lo que se espera de él Benzema, autor del jugadón que permitió el primer gol del Madrid y que durante toda la noche aportó muchas más soluciones que problemas. En su duelo con Villa, el francés no marcó pero brilló más y ayudó a su equipo a sumar tres puntos de gran valor. Y hasta apareció Garay para certificar un merecido triunfo y hacer olvidar, aunque sólo fuera por un instante, la grave lesión de Pepe, a quien se le puede haber acabado la temporada, con Mundial incluido.

El Madrid afrontó el encuentro y las bajas desde la normalidad, quizá porque para él, éste es sólo un partido más en el calendario. Todo lo contrario que el Valencia, que vive estos enfrentamientos con una excitación especial, algo que le perjudica más que le favorece y que carga al equipo con una ansiedad que en nada le beneficia. El Madrid más solidario y brillante tácticamente de la temporada se lució en Mestalla. Xabi Alonso y Lass, con la inestimable ayuda de Marcelo, un gran interior y un mal lateral, fueron el soporte de todo el equipo y completaron un encuentro magnífico. En el quite y en la distribución y organización el primero y la presión, en las ayudas, en los relevos a Ramos, y a todo el que lo necesitara, el francés.

También tuvo el Madrid momentos de buen fútbol y tan centrado estuvo el equipo en su trabajo que supo sobreponerse a los dos graves fallos que cometió Casillas y que permitieron los goles de Villa y de Joaquín. Se humanizó Iker.

Se vio a un gran Madrid ante una versión no demasiado buena Valencia, que tuvo un inicio intenso, intimidatorio. Pero este Madrid no se asusta por nada y después de un cuarto de hora de desconcierto, que los locales no supieron aprovechar, los de Manuel Pellegrini recompusieron su figura, tuvieron más el balón y el Valencia comenzó a diluirse. Se agazapó atrás, cerca de César, a la espera de un contragolpe que nunca llegó. Al comienzo se mostraron con frecuencia Villa y Pablo Hernández. Luego quienes más aparecieron fueron Albelda y Marchena. Clase al principio y tacos afilados después. Son dos equipos que viven en uno. El bueno, el que puede llegar a producir admiración y tiene potencial para luchar por estar con los mejores, es el primero. Si el Valencia elige el primer camino puede llegar lejos en esta Liga, pero si se decido por el segundo, su viaje será a ninguna parte.

Fue una primera parte intensa, muy entretenida, pero sin apenas ocasiones. Demasiados fuegos artificiales, con dos equipos viviendo en el alambre del fuera de juego. No protestó el Madrid un gol anulado a Benzema por fuera de juego de Pepe, ni se crispó en exceso el Valencia por los señalados a Mata o Pablo Hernández. Acertó Teixeira Vitienes en todas esas decisiones.

Antes de alcanzar los vestuarios llegó la peor de las noticias, esa lesión de Pepe que quizá rompa la defensa del Madrid para toda la temporada. Le sustituyó Garay, que no desentonó al lado de un excelente Albiol, rápido y preciso en los cortes.

El inicio del segundo tiempo marcó lo que sería el partido de ahí al final. Un ida y vuelta constante, sin pausa, sin concesiones al rival, un choque de una gran intensidad en el que el Madrid supo manejarse con más categoría.

Una magnífica jugada por la derecha de Benzema, que hizo un lío a Bruno, permitió a Higuaín abrir el marcador. Quinta jornada consecutiva en la que marca el argentino, que repitió apenas diez minutos después, tras aprovechar un preciso pase de Marcelo a la espalda de Dealbert. Entre medias, apareció Villa, por primera y casi única vez en toda la noche, para meterse entre los dos centrales y aprovechar el error de Casillas en la salida para cabecear a gol el medido pase de Mathieu.

No había tiempo para lamentarse, no era el día. El partido ya hacía tiempo que estaba roto, o al menos eso creía el Valencia, que sólo se veía capaz de sacar algún provecho en medio de la locura. Se equivocaba, pese a que un nuevo error de Casillas permitió empatar a Joaquín. Faltaban diez minutos, pero el Madrid, en el que Raúl había sustituido a Van der Vaart, sólo necesitó tres para asegurarse el triunfo con el ya mencionado tanto de Garay.

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