domingo, 7 de febrero de 2010

Real Madrid 3 - Espanyol 0


El Real Madrid sería feliz jugando siempre contra el Espanyol, un equipo que en el Bernabéu no mostró nada de fútbol, porque no lo tiene, y facilitó la vida al Madrid como lo han hecho pocos rivales este curso. Los de Pellegrini agradecieron la generosidad visitante y ganaron sin problemas y sin polémica un encuentro sencillo, al que le faltó emoción y tensión y que le permite seguir la estela del Barcelona. A cierta distancia, porque esos cinco puntos no son cualquier cosa, pero continúa en la pelea.

No fue un ejercicio de fútbol brillante, nada que ver con la primera parte de Riazor, pero el nivel medio de este nuevo Madrid es superior al que mostraba al comienzo de temporada, cuando tan descompensado estaba, y con eso le alcanzó para superar al Espanyol. Muestra todavía enormes deficiencias y lagunas alarmantes, que le llevaron a desconectar cuando se vio con una ventaja de dos goles. Es una falta de concentración preocupante, que esta vez no tuvo consecuencias porque nunca se vio exigido por el rival.

Un Espanyol que por momentos intentó compensar sus enormes deficiencias, defensivas y de creación, con una agresividad mal entendida, que debió llevar a Márquez y a Osvaldo a los vestuarios antes de terminar el primer tiempo. Osvaldo vio una amarilla que debió ser roja por una patada de kárate a Albiol. Antes Márquez no fue ni amonestado por dar un plantillazo por detrás a Guti. Así es Pérez Burrull.

En cinco minutos ya había despejado el Madrid el panorama, con un cabezazo de Ramos a un buenísimo pase de Granero. Es imposible defender peor de como lo hizo el Espanyol en esa acción y en las que vinieron después. Cada balón colgado, cada acción de estrategia fue un sufrimiento extra para los inocentes pupilos de Pochettino. Se salvó Kameni, que completó una actuación brillante que impidió un destrozo mayor.

En el otro lado, Granero, que dio un curso acelerado de cómo se debe centrar. Tiene clase, pero le falta todavía confianza y continuidad. Notable en el primer tiempo y algo más discreto en el segundo, cuando fue engullido por la desidia que invadió a todo el equipo. Hizo varios intentos de escaparse del sopor general, pero entonces le faltó acompañamiento.

Cerca de la media hora todo quedó solucionado. Un nuevo pase de Granero fue bien cabeceado por Raúl, Kameni metió una buena mano y el rechace lo aprovechó Kaká para firmar el segundo. Mientras, los defensas del Espanyol sólo miraban. Antes del descanso tuvo un par de apariciones de mérito Kameni, con dos paradones a cabezazos de Raúl, a quien le sobró ansiedad para marcar, y de Benzema, muy gris toda la noche.

Con el gol de Kaká se cerró el partido y todo lo que vino después fue prescindible futbolísticamente hasta que cerca del cierre surgió Higuaín, que reaparecía, para marcar el tercero. Un tanto de clase y habilidad que contó con todas las bendiciones de la zaga del Espanyol.

Y es que el Madrid salió de los vestuarios andando y así pretendió consumir todo el segundo tiempo. No sufrió daño alguno por la debilidad del rival, porque el Madrid puso todo de su parte para que el Espanyol se creyera capaz de mirar a Casillas a los ojos. El Madrid se relajó en exceso, pero los de Pochettino fueron incapaces de sacar provecho de esa desidia con la que se manejó el equipo de Pellegrini. Amagaron sin hacer daño Iván Alonso y Osvaldo y dejó alguna filigrana el vallecano Marqués, muy pocos argumentos para salir indemne del Bernabéu.

Kaká rozó el tercero en un remate que acabó con el balón en el poste. Fue una acción ejecutada a cámara lenta por el brasileño, pero ni aun así fueron capaces de neutralizarla los del Espanyol.

Ante la falta de fútbo, el público buscó otras motivaciones para aguantar en el estadio y las encontró en los cambios. Despidió con una ovación a Guti, sustituido por Lass, y recibió aún mejor a Higuaín, que volvió después de su lesión y en 20 minutos hizo lo que no habían conseguido ni Benzema ni Raúl, marcar. También regresó Van der Vaart, uno de los pilares sobre los que se sostuvo el equipo en los peores momentos de la temporada.

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