sábado, 27 de febrero de 2010

Tenerife 1 - Real Madrid 5

El Real Madrid ha aprendido a exagerar sus virtudes y a disimular sus defectos y manejándose así será complicado que cometa graves errores en la Liga. Tendrá días buenos y otros menos brillantes, pero se está convirtiendo en un equipo cada vez más fiable en la competición doméstica, donde desespera a sus rivales con su fortaleza defensiva y los mata con su pegada. Esta vez, como tantas otras tardes, el ejecutor fue Higuaín, que continúa reclamando con goles su espacio en este paseo de la fama que se ha convertido el Madrid. Pocos más que Higuaín merecen la condición de estrella en este equipo. El argentino firmó un doblete y dio el pase a Kaká en el tercero. Higuaín no para de crecer como futbolista, pero siempre se le exige que demuestre el doble para reconocerle la mitad que a otros. El cuarto lo consiguió Cristiano al convertir un penalti. Esta vez nadie discutió por tirarlo. Cerró la goleada Raúl ya en el tiempo añadido. También hubo espacio para la polémica, cómo no. Fue en el gol del Tenerife, un tanto ilegal que llegó después de que Ayoze golpeara con la cabeza las manos de Casillas cuando éste tenía controlado el balón. La acción quedó en una anécdota por la contundencia del resultado final, una goleada que es hija de la contundencia en ataque, de la efectividad en la pegada del Madrid.

Es cierto que el Tenerife concedió todas las facilidades imaginables, pero fue virtud del Madrid saber aprovechar esas concesiones. El equipo de Oltra cedió la iniciativa y el balón al Madrid, lo que fue igual que entregarle el partido. Xabi Alonso tuvo espacios y tiempo para pensar, nadie presionó la salida del balón, Marcelo se lució en el lateral porque apenas le exigieron en defensa, Kaká tuvo metros para lucirse y Cristiano e Higuaín fueron dos flechas que atacaron directamente al corazón de la defensa.

El Tenerife apenas le resistió media hora de combate al Madrid y es que llega a desesperar malgastar todas tus oportunidades y ver cómo el rival convierte la primera que tiene. Es una historia ya escrita cuando juega el Madrid, que quizá no deje actuaciones que se recuerden por su brillantez, pero sí por su efectividad. El conjunto construido por Pellegrini tiene cada vez las ideas más claras y habrá que darle al técnico el mérito que merece por ello.

El panorama se comenzó a aclarar para el Madrid, como decíamos, a la media hora. Marcelo salvó la pelota en la misma línea de banda, se sintió Zidane y eludió a un rival con una 'roulette' y se vistió de Laudrup para dar un pase excelente que Higuaín convirtió en gol. La comparación es exagerada, pero nos sirve para dar una medida de la calidad de la jugada de Marcelo. Sin apenas tiempo para celebrarlo, Casillas hizo un paradón a un tiro de Alfaro. Una ocasión inmejorable que quedó en nada.

La distancia entre los dos equipos se alargó ya de manera definitiva a cinco puntos para el descanso. Xabi Alonso vio a Garay situado como improvisado interior derecho, sin nadie a su alrededor, y le sirvió un balón que el argentino devolvió al centro para que Higuaín marcara su 16º gol en esta Liga, una cifra que debe despejar cualquier duda sobre la fiabilidad de este delantero, que estuvo cerca de completar un hat-trick con una vaselina que golpeó en el larguero.

Tuvo el Tenerife su momento para la ilusión nada más salir de los vestuarios, con ese tanto ilegal de Ayoze ya relatado, pero la esperanza le duró el tiempo que tardó el Madrid en sacar de centro. Higuaín recibió el balón, oteó el horizonte y vio desmarcado a Kaká, que se plantó ante Aragoneses y le batió en el mano a mano. Como ya ocurrió con el primer tanto del Madrid, el Tenerife disfrutó a continuación de una doble ocasión que desbarató otra vez Casillas.

El encuentro, por si había dudas, ya se rompió definitivamente y los minutos que restaban para el final sólo sirvieron para que el Madrid hiciera aún más contundente el marcador. Cristiano convirtió un penalti cometido por el central argentino Luna, que colecciona tarjetas a una velocidad incomprensible y ya suma 15, y en el tiempo añadido Raúl, que sustituyó a Higuaín, puso su firma en el quinto a pase de Van der Vaart, que entró por Granero.

Pese a la contundencia del resultado, el Tenerife mostró durante todo el encuentro una imagen tan digna como endeble. Ofreció toque y buenas combinaciones en ataque, pero también una falta de acierto en el remate y una debilidad en defensa que le están condenando desde que comenzó la temporada. Necesita muchas ocasiones para convertir un gol y le basta con conceder apenas una para que el rival le marque. Los escasos 20 puntos que suma no hacen justicia a su juego, pero sí a su defensa. La presión en el centro del campo no existe, su zaga es una feria y todo el que se acerca por allí se divierte. Así es muy difícil sobrevivir en Primera.

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